«El dolor, cuando no se convierte en verdugo, es un gran maestro» — CONCEPCIÓN ARENAL

Son menos de siete kilómetros los que nos separan de Sansol. «Poco se sabe acerca del origen de Sansol; el primer documento en el que se habla de Sansol es en la carta del fuero de Los Arcos, concedido por Sancho el Sabio a las villas de éste en abril de 1176. En el libro de fuegos (familias) de 1366 consta la existencia de 5 hogares pecheros, es decir, personas del pueblo llano obligadas a pagar impuestos. Y en 1427 hay 5 fuegos pecheros y 3 hidalgos […] Llama la atención la iglesia de estilo barroco, datada en el año 1704, si bien a pesar del estilo barroco se aprovecharon estructuras anteriores, sobre todo en la nave […] También existen varios palacios barrocos, entre ellos destaca el palacio del Sindicato, nombre que le viene porque en él estaba la sede del Sindicato Agrícola Católico de los años treinta del siglo XX, cuando Sansol alcanzó su máxima población, 380 habitantes.»

Yo de Meisy me despedí ahí. Desde que habíamos dejado Los Arcos le iba doliendo un tobillo y al llegar a Sansol supo que el único remedio era coger un autobús. Si cruzamos un arroyo no lo recuerdo. La guía que consulto dice que su nombre es San Pedro. «Y una vez en la localidad de Sansol, se puede ver muy cerca, en la ladera opuesta, Torres del Río, al que se accede tras descender al barranco, atravesar un túnel bajo la carretera de Lazagurría y cruzar el río Linares.»

En ese tramo me sobrepasó el militar, al que ya no volveré a ver, hasta la mañana de Santiago de Compostela.

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